martes, 31 de marzo de 2009

El hombre ciego que podía oler colores

Un día le pasó: olió un color.  Al principio no sabía que era un color, podría haber sido cualquier cosa, pensó él, pero ese día estaba con un amigo que podía ver.  Juntos se dieron cuenta de que el hombre ciego estaba oliendo un color.  Era el color verde.  El tipo de verde que era tan fuerte en el bosque que no podía ver casi ningún otro color.  Era el olor de la menta.

        Después de esta experiencia decidió hacer experimentos para poder identificar los olores específicos de cada color.  Había una miríada de variedades de olores y pasó mucho tiempo antes de que él pudiera identificar todos y atribuirlos a sus propios colores. Sin embargo, por fin, logró su propósito y desde ese momento la gente decía que él tenía un talento especial.  

martes, 24 de marzo de 2009

Diálogo entre un cura y una mujer

1era persona-madre, fuerte, voz alta, piensa que está siempre en lo correcto, fea, joven

2nda persona-sacerdotel, cura, hombre, tímido, viejo, sabio prudente

1: Hola padre, ¿cóme le va?

2: Bien gracias, ¿y a usted?

1: Terrible, padre. ¿Qué voy a hacer con este hombre que va a dejarme sola? Tengo dos hijos que van a crecer sin padre. Segura que va a dejarme sola, así es como es siempre egocéntrico, nunca quiere cuidarme ni a mis hijos.

2: Ajá...

1: Sí, segura que voy a vivir sin esposo, sin nungún persona para cuidarme. Voy a despertarme sola, comer sola, cocinar sola, mirar la tele sola... sola sola sola, seguro...

2: No va a estar sola, ¿Por qué piensa que va a dejarle sola?

1: No pienso, yo SÉ. Él me mira con esos ojos.

2: ¿Y qué tipos de ojos son?

1: No sé, solo ojos, ojos que me queman con, no sé, con, o sea, sin amor... A él le odio! Le odio, le odio! Di a luz a sus hijos, cocinaba su cena cada día, me acosté con él cuando lo quería, pero nada era suficiente, nunca me va a entender lo que siento cada día, cada momento, los momentos me dejan triste.

2: Respire hija, va a salir bien, ahora solo sespire y creame que todo va a estar bien.

1: Pero (a través de lágrimas) ¿cómo lo sabe? No lo sabe, no lo sabe, no sabe nada de mi vida. No sabe cómo me he sacrificado.

2: Sí, yo sé, todos nos sacrificamos y está bien, porque lo hacemos no para el reconocimiento, sino para el amor de nuestro Dios y de nuestra familia ¿no cierto?

1: No sé, pero me odia a mi esposo, es el Diablo, qué se muera, que se muera!

2: Respire mi hija, no piense en eso. El amor es todo, fíjese en eso: el amor es todo.

1: No amo, creo que no amo.

2: Claro que ama, y yo creo que todavía ama a su esposo. Ahora lo que quiero que haga es volver a casa y fijese en el amor que tiene para su esposo. Está allí adentro. Haga su cena, y no muestre su malcontento.

1: Pero padre, no soy feliz.

2. La felicidad viene de cosas diferentes. Viene del amor familiar.

1: Pero padre, tengo amor para mis hijos solo es que no lo tengo para mi esposo.

2: Espere, va a estar feliz. Va a estar feliz siviendo a su familia, eso es tu trabajo como esposa.

1: Está equivocado padre, nunca ha tenido una familia ni amor ni hijos. Cómo piensa que podría saber lo que está pasando conmigo. Está loco. No voy a quedarme con él y estar infeliz por el resto de mi vida.

2: Lo que pasa mi hija es que mi familia es con Dios y yo hice una promesa. También usted hizo una promesa a su esposo, y tiene que valorar esta promesa, la iglesia lo dice.

1: Esto es ridículo. Me voy, no tengo que hablar con usted. Yo sé lo que quiero y voy a lograr que mi esposo lo sabe también. Adios, señor. Que le vaya bien.



2:

jueves, 12 de marzo de 2009

Decepción

Tenía alrededor de 7 años y mi padre me llevó a Disneyworld. Por primera vez en mi vida iba a conocer a Mickey Mouse y Donald Duck y todos los personajes de las películas que me encantaban desde que tuve ojos y una imaginación que inventaba nuevos mundos de juegos cada día.

Estuvimos allá por sólo un día, y pasamos por Epcot Center, vimos los Piratas del Caribe, la montaña de los cosmos y todo.

Por fin, llegamos a ver los personajes de tomaño natural. Parecían grandes con colores vibrantes desde lejos, pero nos acercamos a ellos, y más cerca se veían tristes, sombríos, deprimentes. Los colores de sus trajes estaban desteñidos y sonreían, pero sus voces no eran felices, además olían a orina. Salí del parque decepcionada y triste por los personajes. Al menos las montañas rusas fueron divertidas.

7 Secretos

Secreto uno: cuando tenía 7 años maté a mi tortuga. No lo hice intencionalmente, sino por accidente, la dejé en el jardín y mi tortuga escapó por la hierba y los arbustos hasta que llegó a la frontera de la vida familiar y desapareció.

Secreto dos: duermo desnuda. Las arrugas en las sábanas me dan suficiente incomodidad, entonces ¿por qué añadiría más arrugas a mi cama?

Secreto tres: Quiero aprender chino. Tengo este deseo de vivir en China por un año o más, quiero ver el año nuevo en China con los tigres hechos de linternas mágicas y el alboroto de los fuegos artificiales.

Secreto cuatro: toqué el bajo en una banda en Chicago por 4 años, se llamaba The Logic of Elliott. Eramos 3 chicas y tocábamos música rock. Por eso dejé mis estudios y en vez de estudiar, trabajé como barwoman hasta que empecé a estudiar otra vez. Ahora extraño mi banda pero hago un manhátan de whiskey increíble.

Secreto cinco: mi madre es cantante y pianista de jazz y mi padre vive en Hawaii, y no les he visto en 2 años. Cuando era niña mi madre cantaba en nuestra sala de estar con un grupo cada martes, y yo bailaba en el pasillo para no molestar a los músicos.

Secreto seis: asistí a un internado de artes durante mis últimos 2 años de colegio y mi carrera fue teatro. Yo era Emily en Our Town, Sally Bowles en Cabaret, y Mary en Merrily We Roll Along, es decir tuve papeles muy divertidos.

Secreto siete: Canto una versión muy buena de la canción Highway to Hell de AC/DC. En mi banda tocábamos esta canción y canté y toqué el bajo, pero ahora la canto solamente con Karaoke después de unas copas de whiskey y unos nachos.

Bono secreto: Voy a cumplir 27 años en mayo y todavía no sé lo que quiero ser. He querido ser tantas cosas en mi vida, actriz, profesora, escritora, cantante, bajista, periodista, artista, la lista continúa, pero la cosa buena de querer tantas cosas y ser optimista como yo es que todavía creo que hay tiempo para ser cada una.

martes, 10 de marzo de 2009

Dario Villalba


Su trabajo me hace darme cuenta de la belleza que existe en la tristeza, o sea en todos partes del mundo y de la existencia. Los colores que Dario Villalba usa hace que las fotos parecen viejas y olvidadas, igual a sus sujetos. Me parece que las fotos vienen de los años setenta o sesenta con la oscuridad de los trabajadores que nunca tuvieron la oportunidad de mejorar sus vidas porque nunca lograron vivir sin la necesidad de tener más y más dinero. Muestran los fantasmas de una vida y cómo alguien puede vivir como un fantasma.  Como si nadie le hiciera caso de que aún estabán vivas.

jueves, 5 de marzo de 2009

Segunda Oportunidad

Con una nueva oportunidad, con mi segunda ocasión de estar viva, podría ser cualquier cosa en el mundo. Pienso que sería periodista, y viajaría sacando fotos del mundo y escribiendo las historias de las vidas de la gente que conocería. Podría visitar India y Nepal y la selva y los llanos en África con cébras y elefantes y gacelas elegantes. Aprendería a escalar las rocas de las montañas más grandes del mundo y aprendería a tocar el piano como los mejores pianistas, tocaría Rachmaninov, Mozart y Chopin con facilidad, y cantaría Debussy con sus palabras francesas; dulce como aire líquido.

Creo que tomaría una esposa y un esposo, y ambos me amarían, y igual yo les amaría. Él sería vaquero con caballos y un rancho ganadero, y ella sería artista que viviría en Barcelona o el campo de España. Ella me pintaría en óleo debajo de los árboles en el jardín todos los domingos, tomaríamos vino español y dormiría temprano.

Yo sería también cantante de jazz con una banda grande con saxofones y trombones y una guitarista desenfrenada. Tocaríamos todos los sábados en un club de jazz, y no dormiríamos temprano, veríamos la salida del sol bajo los colores rosado, naranja y amarillo con los pajaritos cantando desde sus arbustos.

Con una segunda oportunidad sería cada cosa que no he sido en esta vida, y me comprometería a hacer todo con la valoración de lo que es estar viva.

Viernes, paracaídas, sacapuntas

El viernes pasado escuché una historia bastante extraña, me pareció un cuento de fantasía.

Mientras leía una revista en la librería del barrio, oí una conversación al otro lado, entre una mujer y un hombre. Ella era gruesa, y él era tan delgado como un bastón antiguo.

Ella hablaba muy emocionada y con voz alta:

-Nunca podrías creer lo que te voy a contar. El viernes era un día normal, hasta que vi a mi hermano menor desesperarse porque no encontraba su nuevo sacapuntas. Se movía por la casa desordenando todo. Buscaba debajo de los sillones, entre las grietas de las paredes, en los cajones de cada armario, por todas partes.

Pasaba el tiempo y no lo encontraba. Su actitud rayaba en la locura. Jalaba sus cabellos de tal forma que parecía un genio desquiciado.

De repente se quedó quieto y dejó de buscar. Habló, más para él mismo que para mí, diciendo que la vida era muy corta como para perder el tiempo en cosas tan sencillas. Me sorprendió al recordar su sueño de la infancia:

-Siempre he querido ser paracaidista y ahora lo cumpliré.

Salió de la casa y no supe más de en todo el día, hasta que vi el noticiero de la noche.

Me senté en la sala y prendí la tele. Grité llena de asombro al ver una toma de mi hermano en las noticias. El presentador contaba que un joven cayó en medio de un auditorio con un paracaídas. En el auditorio se estaba presentando una ópera de Puccini. Había mucha gente, vestida elegante. Cuando el joven cayó, el público creyó que era parte del espectáculo, el auditorio se llenó de aplausos. Sin embargo, luego de unos minutos la policía llegó y se lo llevó.

Un reportero le preguntó al joven cómo se sentía, y el chico afirmó que estaba muy feliz por cumplir su sueño, pues para él ser paracaidista era como ya no volver a pensar en el sacapuntas.

Apagué la television pensando que tal vez nadie hubiese entendido lo del sacapuntas, pero yo sí.

Debbie Davis


Ella era cantante de Jazz en Nueva Orleáns. Sus noches estaban siempre llenas de las actividades que conlleva la noche. Cantaba con una banda de músicos, los que siempre tomaban alcohol, hasta que la policía tenía que llevarlos a la cárcel y allá tenían que quedarse por la noche a fin de que ellos no siguieran borrachos en las calles causando problemas.

Su nombre era Debbie Davis—o sea ese era su nombre artístico, a ella le gustó el anonimato que este nombre le dio.  Desde que empezó a crecer como una mujer, ella había tenido problemas con hombres demasiado interesados en sus talentos femeninos. Pero más que el anonimato, también, porque ella tenía sentimientos artísticos, le gustaba la aliteración de su nombre porque era poético y pensaba que su nombre sería apto para una canción. La más triste canción del mundo, pensaba ella, algo que habría tenido que ver con la tristeza de una mujer y el amor perdido, pero nadie hubiera escrito una canción con su nombre, ella no tenía la confianza para inspirar una canción. Sólo sentía confianza cuando ella cantaba ante una audiencia sobre un escenario. La sala tenía que estar llena de humo de cigarillos, el olor tenía que ser a moho y sus labios tenían que estar pintados con el color rojo ruso para que ella pudiera cantar con el corazón abierto y tranquilo. Allá ella se sentía segura, con toda la gente de la ciudad mirándole. Debbie Davis tenía que fingir estar relajada en su vida porque había un hombre que le seguía por todas partes, y ella ni tenía idea de quién era.

Ella se había dedicado al arte toda su vida y la banda también se esforzaba en que ella fuera famosa algún día en el futuro. De hecho toda la gente de Nueva Orleáns se aseguraba de que ella lograra sus sueños. El hombre con ojos negros, el que fumaba un cigarillo después de otro y la miraba y la miraba. Parecía que él tenía escamas sobre su cara.  Él nunca le habló sino que sólo la miraba. Llevaba un sombrero de color verde, un sombrero como los que llevaban los gángsters en los años 20 y una chaqueta larga y negra. Nunca se sentaba ni tomaba alcohol, excepto whisky con hielo. A Debbie le asustaba el hombre oscuro con ojos negros y el sombrero verde, pero a este engendro peculiar no le importaba, y seguía mirándole cada noche.

Una noche el aire era especialmente húmedo y los brazos de la gente pesaban muchísimo con el dolor del trabajo cotidiano. Por alguna razón, esa noche Debbie se sentía especialmente lista para cantar, iba a cantar su canción favorita, la que su madre cantaba cuando Debbie era niña para hacerla dormir, se llamaba <El café negro>, y Billy Holiday, la famosa cantante de jazz estadounidense la cantaba también y ella la cantaba con tanta expresión que ella siempre dejaba a la gente llorando lágrimas gorditas de tristeza. Debbie iba a cantar esa canción, pero cuando comenzó, el hombre oscuro comenzó llorando, y sus lágrimas gorditas cayeron al suelo con un ruido. Era como si sus lágrimas estuvieran hechos de piedra o de plomo. Cayeron con fuerza y la gente no pudo darse cuenta de lo que pasaba. Le molestó tanto que la gente le mirara, entonces requirió que el barman le diera su cuenta y salió rápidamente.

Era bastante para ella que el hombre hubiera salido mientras ella cantaba esa canción.  Su presencia era siempre tan fuerte hasta después de un año cantando con él en la sala, aunque ellos no se conocieron, ella no sentía normal que él saliera tan bruscamente. Ella pidió disculpas al público, y por una razón desconocida para ella, siguió al engendro.

Ella se vestía con vestido rojo y satín que era del mismo rojo de sus labios, su pelo rubio tenía rizos cortos—brillantes como monedas de oro. No era evidente a dónde se fuera el hombre misterioso, pero de repente, a ella le extrañaba que él no la mirara y ella tuvo que buscarlo. Ella salió de la misma puerta que el engendro usó, no estaba segura de que él hubiera estado afuera todavía, pero cuando abrió la puerta allí estaba el hombre, su sombrero verde como una esmeralda.

Debbie se paró justo frente al rostro de sorpresa del hombre. Ella tenía miedo de lo que él hiciera o no hiciera, entonces simplemente se quedó allí, parada.

“Qué lindo que vinieras”, dijo el hombre, “Me encanta este vestido y como su estómago se ve suave y un poco gordo bajo la tela.”

Ellos se miraron. El engendro mostró una sonrisa grande—la primera que Debbie había visto de él. Él le guiño con un ojo que parecía hecho de plata, brillaba con una luz rara, y ella le siguió por la calle. Sobre ellos una luz titilaba marcadamente.

Por fin llegaron a un departamento pequeño, con ventanas cerradas a la luz.  Había una vela encendida en el centro de una mesa pequeña. Ella no sabía por qué vino, y de repente sentía un terror formidable, pero no podía moverse. No estaba claro lo que ella hubiera podido hacer en este momento, entonces abrió sus ojos azules y abrió un poquito su boca pintada con rojo y se desmayó.

El siguiente día, después de quince horas de sueños con Dios, ella despertó, pero cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

martes, 3 de marzo de 2009

Autorretrato

Para ti, mi amor, o quien sea,

Debes de saber que soy un castaño. Afuera, antes de que empolle como un huevo, puedes ver que soy verde como la primavera.  También soy cubierto por una pelusa pegajosa que podría picarte si me tocaras con demasiada fuerza. Me ves y parezco como el pelaje de un lobo salvaje después de un invierno largo. Pero, adentro soy del color café con piel suave y brillante en la luz, se me calientes estoy deliciosa con una copa de sidra dulce, caliente y con unas gotas de whiskey, pero antes de abrirme al mundo voy a quedarme colgado de este árbol--mi portero y observador--mi gran imagen de la esperanza.

Como soy castaño, yo sé que voy a caer un día, cuando mis interiores maduren, lleno del sabor de la vida; puede ser que esta caida primordial sea la continuación de amor.  Puede ser porque mis partes adentro son dulces.

La arcilla me tomará como regalo, los pájaros picarán las joyas que son mis labios y los pétales que son mis párpados cubiertos con anteojos no muy fuertes.

Me fracturaré con la caida, pero seré parte de la tierra muy pronto.