martes, 27 de enero de 2009

Cómo montar una bici

Mira, no soy experta, pero voy a darte mi consejo, y más o menos esta la forma de manejar una bici. Intentaré ser clara, pero a veces, y voy a decirlo ahora antes de que intentes montarla, para lograrlo, tienes que solamente subir a la bici e ir, al mismo tiempo; sin embargo, no pasará nada si escuchas también estas instrucciones, entonces, aquí vamos a empezar lento.

Como puedes ver, esta bici es roja y antigua. Tiene los frenos de pedales y para detenerla tienes que pedalear solamente hacia atrás. Los manubrios son largos y tienen cintas que cuelgan hacia la tierra cuando esta inmóvil, pero cuando estás moviéndote las cintas fluyen con la brisa y pican tus muñecas. Pero espera, estoy hablando tan rápido, antes de que las cintas piquen tus muñecas, tienes que montar la bici, y para hacer esto tenemos que retroceder—en un sentido figurado, por supuesto.

Para montar: balancea la pierna encima de la bici hacia el otro lado, para que las dos piernas estén en lados opuestos. Pon las manos en los manubrios, y dales un apretón—quieres sentir que la bici está allí y es sólida. Después, pon un pie sobre un pedal y tu trasero sobre el asiento, respira y ¡despega! Estás volando. El viento está golpeándote en la cara y te sientes viva. Pedaleas hasta que no puedes respirar más sin dificultad, pedaleas hasta que sientes el sol quemándote y tienes que detenerte para tomar el agua más fresca de la vida.

Así es cómo se monta una bici.

Una bicicleta te da la oportunidad de ser parte del viento.

Caramelo

Allá estás. Te sientas en la mesa como una tentación; dulce, pegajoso, listo para darme una sensación bien merecida. Llevas un vestido de oro, como si fueras una reina que iba a aplicar un castigo de azúcar. No puedo esperar. Voy a ponerte en mi boca sobre mi lengua y moriré de ganas hasta que empieces a derretirte. El líquido va a envolver el interior de mi boca con el sabor de sacarina de limón. Es ácida la sangre del limón, pero en ti el limón se ha convertido en una recompensa melodiosa; eres agridulce como el amor finito. Después de unos segundos no voy a ser capaz de dejarte tranquilo mientras te derrites. Tu cuerpo es duro, pero mis dientes pueden dañarte. Voy a tomar un mordisquito y luego masticarte todo. Lo hago para que el jugo de tu dulzura salga a borbotones hacia mis papilas gustativas y yo pueda tomarte con gusto hasta que ya no seas más.

El anillo de compromiso

Cuando recibas un anillo de compromiso, te darás cuenta de que es pesado; no pesado como una caja de plomo ni como las vigas en el techo, sino pesado como las dudas que normalmente los cambios llevan. Sí, se puede ver que este círculo de oro parece liviano, pero pesa el dedo que tiene el anillo con la preocupación de sí o no. Te provoca un susto de felicidad si quieres decir sí, pero si quieres decir no, te da la responsabilidad de ser honesto. El anillo te da la oportunidad de cuestionar todo lo que has amado de tu pareja para decidir si vale la pena.

Cuando lo recibas, podrás ver tu reflejo en este brillante oro, y tu cara parecerá distorsionada, como si fueras una pintura de Dalí, y tu nariz estuviera deslizándose por tu mejilla. Es un regalo de amor, pero ¿quién sabe lo que es amor? y si aceptas el anillo, significa que vas a tener un tipo de amor especifico, por la vida entera--el tipo que tu pareja te da, pues la pregunta es ¿quieres tener este amor para toda tu vida?

Mientras que estás pensando en todo eso, ten cuidado con el anillo, si lo pierdes podrías perder el amor que vino con el anillo, o si lo dañas, podría significar que vas a tener un arañazo de dificultad en tu vida de casado, o si lo quieres botar, hazlo rápidamente en un lago profundo para que el anillo pueda quedar escondido junto con tus sentidos de lamento y dolor.

El anillo puede ser un regalo de amor o puede ser el fin de tu amor, pero nadie quiere decirlo cuando lo recibes.